Hay ángeles entre nosotros… lo iluminan todo, le dan sentido a la vida cotidiana que algunas veces se llena de nubarrones, de pequeñas o grandes lloviznas, de vientos que todo lo vuelan.
Ellos se ocupan de sanarnos el alma, de remendarnos las heridas, de emparcharnos el corazón, de regalarnos hermosos ungüentos de amor. Nos muestran el verdadero propósito, la real esencia de las pequeñas grandes cosas, haciendo que realmente importe lo que importa.
Son maestros silenciosos que despiertan nuestros más escondidos recursos, que son los motores más potentes para generar fuerzas y energías cuando nuestro andar adulto nos lleva a desfallecer, a agotarnos. Son varitas mágicas que hacen renacer en nuestro ser las ganas, el entusiasmo, el impulso vital. Estos ángeles nos alinean, nos centran, nos hacen mejores personas, nos enaltecen.
Su alocada brisa, sus dudas, sus curiosidades, sus ganas de hacer todo, su irreverente deseo lanzado al universo con una fuerza inconmensurable, nos da el maravilloso privilegio de embriagarnos con su elixir y hacernos sentir nuevamente jóvenes, poderosos, invencibles, angelicales… como ellos.
Hay ángeles entre nosotros… hay ángeles en mi vida, y tienen nombre: Mely, Bel, Ari y Mai. ¡Gracias por angelar mi paso por esta vida, hijos!